El reto del gas natural en México

México está en un punto de cambio energético. Pese a contar con un alto potencial en hidrocarburos, la creciente dependencia de gas natural importado pone en riesgo la seguridad energética del país. Para comprender los retos y las posibilidades, resulta crucial examinar el equilibrio entre las reservas presentes y la demanda del país.

Al comienzo de 2024, México tenía cerca de 7,500 BCF (miles de millones de pies cúbicos) de reservas verificadas de gas natural, de acuerdo con información proporcionada por la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).

Esta cantidad simboliza el volumen que puede ser explotado de manera segura y lucrativa con la tecnología contemporánea. Sin embargo, solo puede cubrir aproximadamente 1.4 años del consumo nacional. Este cálculo se fundamenta en el consumo medio diario de gas natural en México, que se estima en cerca de 8,486 millones de pies cúbicos (MMpcd), según la Secretaría de Energía (SENER) para 2022, lo que equivale a 3,096.5 BCF anuales.

Esta desigualdad ha transformado a México en un importador neto de gas natural, apoyándose en Estados Unidos para cubrir cerca del 70% de su demanda. La producción eléctrica, que se ve mayoritariamente impulsada por ciclos combinados de gas natural, es el uso predominante de esta energía, seguida por la industria y, en menor grado, el sector doméstico.

Según una investigación del CEPAL, México dispone de una gran cantidad de recursos prospectivos, calculados en 225,000 BCF. Estos recursos abarcan yacimientos tradicionales todavía no hallados, especialmente en el Golfo de México profundo, además de formaciones no tradicionales en áreas como la cuenca de Burgos y Sabinas.

Si estos recursos alcanzaran su máximo desarrollo, podrían cubrir la demanda nacional durante más de cuatro décadas. Para transformar este potencial en reservas confirmadas, se necesitan inversiones considerables en exploración, infraestructura y tecnologías de vanguardia.

Uno de los retos más significativos en este procedimiento es el peligro ambiental. La exploración y extracción, particularmente en estructuras no tradicionales, pueden generar efectos perjudiciales en la utilización del agua, el terreno y la calidad del aire. No obstante, las innovaciones en perforación dirigida, reutilización de aguas residuales y seguimiento de terremotos en tiempo real contribuyen a reducir gran parte de estos efectos. El establecimiento de estrictas regulaciones ambientales y el fomento a la innovación pueden convertir al gas natural en una fuente energética alineada con una matriz más limpia.

El reporte de la CNH denominado Retos y oportunidades en la producción de petróleo y gas natural de depósitos no convencionales en México resalta que la nación se encuentra entre los diez con más recursos técnicamente recuperables de gas no convencional a escala global. No obstante, también pone en evidencia los retos regulatorios, sociales y ambientales asociados a su aprovechamiento. 

En este contexto, México debe crear una estrategia a mediano y largo plazo que considere la captación de inversiones, la consolidación del marco legal y el desarrollo de infraestructura clave.  Solo de esta manera se podrá convertir su patrimonio subterráneo en una fuente de energía segura, accesible y sustentable.

El conflicto en Ucrania y las recientes políticas de tarifas del principal aliado comercial de México transforman la autodependencia en gas natural no solo en un objetivo técnico o financiero, sino en un requisito estratégico en términos de soberanía y geopolítica global, para asegurar la seguridad y el cambio energético del país en un mundo cada vez más incierto.